
Orden y Caos son hermanos.
Claro está Orden llega a su trabajo bañado y oliendo a lavanda, con el pelo lleno de vaselina o gel y el pantalón y la camisa limpia todos los días. Caos... bueno...el no tiene trabajo.
Caos se queda dormido hasta las once de la mañana, cada día. Y supondrán que es bastante andrajoso.
[Aquí me detengo. Esta no es una narración en la que debe Ud. presuponer que Orden es bueno y que Caos es malo. Ni que son gemelos. Ni que son una aproximación de Abel o Caín. De que al final Orden recibirá su premio y Caos su merecido. ¿Así sucede en la vida real?. Bueno... tampoco en los cuentos]
Caos quiso organizar una fiesta sorpresa para Orden pues era su cumpleaños el día 29 de febrero.
Por supuesto, Orden cumplía años todos los años como todos los humanos. Y cuando no había año bisiesto, como todos lo que nacen algún 29 de febrero lo celebran el 28 de febrero o el día primero de marzo. Ambos son consientes con el protocolo mundial.
Pero este día Orden no llegó a la fiesta sorpresa.
[El sistema de transporte de la ciudad donde Caos y Orden viven tuvo un paro. Una huelga de trabajadores detiene la llegada de los carros a las horas adecuadas]
Orden llega a su casados horas más tarde de lo acostumbrado.
Todos los amigos que lo esperan entran en pánico, piensan que Orden ha sido asesinado o que algo muy grave debe estar pasando. Salieron en todas las direcciones a buscarle en los hospitales.
Solo su hermano lo espera muy triste en la sala de su casa.
Orden abre la puerta de su casa. Caos le ve y se le lanza al cuello abrazándolo.
— Gracias, feliz cumpleaños. Pero eres tú el que me ha dado un regalo en vez de yo a tí.
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